Las infecciones humanas por protozoos intestinales son de distribución mundial, con una alta morbimortalidad global. Producen diarrea y a veces enfermedad invasiva, aunque la mayoría son asintomáticas. En nuestro medio, las poblaciones de mayor riesgo son los niños —incluyendo adoptados en el extranjero—, inmunodeprimidos, viajeros, inmigrantes y personas en contacto con animales o que practican sexo oral-anal. El examen microscópico diagnóstico tiene baja sensibilidad, mejorando con métodos de detección de antígenos o moleculares. Recientemente están apareciendo resistencias a los antiparasitarios.