El espectro de posibilidades etiológicas es amplio e incluye no solamente afecciones gastrointestinales sino trastornos cerebrales, vestibulares y una amplia miscelánea de alteraciones sistémicas, hormonales y endocrinológicas.
El protocolo diagnóstico varía según el tiempo de evolución e incluye una anamnesis dirigida, un examen físico completo y algunos datos básicos de laboratorio. Las pruebas complementarias deben orientarse en función del contexto clínico, y la definición precisa de un trastorno motor puede requerir la intervención de un equipo especializado.
El tratamiento debe dirigirse no solo al control de los síntomas sino al de la causa subyacente y de las complicaciones asociadas. Algunas condiciones requieren un tratamiento específico.